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La “transformación” de Meade | Por Antonio Aguilera

José Antonio Meade acaba de salir del quirófano político. Los taumaturgos y maestros de la tenebra del PRI lo han transformado en un ser que no es, y han hecho de su persona una especie de guasón político, empeñado a incendiar a toda costa el proceso electoral, pase lo que pase, cueste lo que cueste, “haiga sido” como “haiga sido”.
Las decenas de despachos contratados por el régimen de Enrique Peña Nieto, para quitarle el traje tecnócrata a Meade y transformarlo en lobo estepario, están surtiendo efecto. El vaciamiento del aprendiz de político, para advenirse como un lince agazapado, acechando a su víctima en turno.
Para ello, el ex secretario de Hacienda tiene todo a su disposición: miles de millones de pesos; el uso discrecional y faccioso de las instituciones públicas; el acompañamiento exultante y grotesco de varios de medios de comunicación. Si el PRI quería alertar a los mexicanos que evitaran que nuestro país se convierta en Venezuela, Enrique Peña Nieto utiliza el aparato de estado mejor que lo hubiera hecho el mismísimo Hugo Chávez.
Desde que inició el ataque a Ricardo Anaya, Meade se refugió en el twitter y en algunas entrevistas cosméticas para lanzar zarpazos al panista. Como ejemplo, me voy a concentrar en un tuit que subió a la red José Antonio Meade este lunes por la mañana, así redactó Meade:
“Uno lava dinero con empresa fantasma y el otro de plano se ha convertido en un fantasma fiscal, el que la hace debe pagarla”.
 


Nos debería y no, sorprendernos este tuit de Meade por varias razones, primero por una violación flagrante al debido proceso, porque si en un determinado momento la autoridad correspondiente llevare a juicio por temas de este tipo a Ricardo Anaya Cortés, habría un elemento que quizá hubiese viciado el debido proceso, tanto a Anaya y también esa repetición del calificativo a AMLO de fantasma fiscal, yo no sé si se refiere a que él no está registrado en el SAT o él producto de su paso por la Secretaría de Hacienda ha tenido acceso a información privilegiada, pero en cualquiera de los dos casos tanto su opinión, ese juicio sumario que hace sobre Anaya en relación con el lavado de dinero con una empresa fantasma y en relación con ese fantasmagórico López, fiscalmente hablando, creo que dan mucho de qué hablar.
Los dichos de Meade parecen inusitados, incorrectos en forma y fondo y que, además, nos pintan a un José Antonio Meade diferente al que nos mostró la estrategia de comunicación del PRI a principios de la precampaña: un hombre prudente, mesurado, respetuoso y sobre todo con un concepto claro de lo que debe ser la ley y su respeto.
Ahora, los alquimistas comunicacionales del PRI –con JJ Rendón al frente- lo hacen caer en excesos, en contradicciones, en posturas inconexas, en una simulación consuetudinaria.
Pero habrá que recordarle algunos tópicos al candidato “ciudadano” del PRI:  si bien él es un abogado, es decir, estudio abogacía, es licenciado en derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de México, debería saber que en tanto una persona no ha sido llevada a proceso opera en todo momento el respeto, y más en este caso tratándose de un adversario político, que lo va superado de acuerdo a las encuestas, pero también por la presunción de inocencia que protege a toda persona en un país en donde el Estado de Derecho por muy chueco que sea, debe ponerse por encima de cualquier cosa.
La otra es que, Meade exhibe que cuenta con información privilegiada, exclusiva, que sólo se la pudieron suministrar sus colaboradores que dejó en la SCHP, y eso está tipificado penalmente.
El PRI no quiere soltar el poder, y para ello está torciendo las leyes, deformando las instituciones, poniendo al servicio del partido y la campaña, los protocolos de procuración de justicia, el debido proceso, y un largo etcétera. ¿Deberíamos de temer de Venezuela?
Meade abandonó su forma de ser, su mesura y  prudencia, pero sobre todo el respeto que le deben los adversarios, para expresarse de esa manera: amenazadora.
Estas descalificaciones se entienden de parte de los voceros “externos” a Meade, como de un porro como Javier Lozano, de un Enrique Ochoa, ya que al ser líder nacional del PRI está obligado, digo hasta del calderonista Ernesto Cordero que se ha unido a esa parvada de zopilotes, o incluso hasta de Margarita Zavala que también se ha unido a ellos buscando carroña en el cadáver políticos de Anaya, pero no del candidato del PRI.
Una regla básica es que el candidato se avoque a lo positivo, y le dejen la parte polémica a los voceros, pero con esta estrategia el régimen priísta se muestra y demuestra nervioso, desesperado, ya que por un lado se busca mostrar a un Meade con su reiterada afirmación de corrección, de honradez personal e intelectual, su trayectoria impoluta, pero por el otro lo han transformado en un sujeto que acusa, juzga y sentencia con una facilidad peligrosa. Esa es la persona que piensa ser presidente de la República con ese concepto del Estado de Derecho y del debido proceso. Así las intenciones del lobo priista.
¿Qué tan grave es la situación que el PRI y Meade ven en lo que se refiere a su campaña y el porcentaje de intención de voto que tiene, que lo ha llevado a romper con una conducta de congruencia, con un hombre de bien, de respeto a los otros?
Es una pregunta cuya respuesta atestiguaremos todos en los próximos meses…




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