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OPINIÓN // La autenticidad, el reto en el sistema electoral

Por: Humberto Urquiza Martínez

A lo largo de la historia contemporánea del sistema electoral y político en México, la realidad de cada momento político en la sociedad, han generado diversas demandas para construir una legitimidad a partir de condiciones jurídicas y políticas. Dichas circunstancias se convirtieron en retos, de entre los cuales se pueden destacar el caso del registro electoral para garantizar el voto personal, directo; métodos de votación con urnas y mamparas que permitirían que el voto sea secreto. Esos mecanismos serían la respuesta a demandas sociales y políticas que han permitido avanzar en instrumentos de certeza electoral. Actualmente el sistema electoral ha logrado generar credibilidad social producto de las respuestas instituciones y políticas, por parte de la autoridad electoral.

Sin embargo, la evolución del sistema electoral debe de partir de las demandas sociales y políticas relativas a la legitimidad en la elección de los diversos cargos de elección.

Actualmente, los retos del sistema electoral se enfocan en generar condiciones para que las elecciones sean auténticas, ello por ser una característica constitucional de toda elección (párrafo tercero del artículo 41 de la Constitución Federal).

El concepto puede tener alguna diversidad de perspectivas. Una idea es como: “lo  acreditado como cierto y verdadero” (Diccionario de la RAE), ello, en lo relativo a las elecciones se traduce en que el voto de cada persona no solamente sea libre mediante elecciones periódicas, sino que el ejercicio político de emitirlo a favor de una persona o partido político, sea producto no sólo de contar con su credencial para votar, estar en el listado nominal, además de contar con una casilla en donde se tenga un boleta y pueda estar en una mampara con una cortinilla que le permita emitir el voto sin que nadie vea (secreto), así como tener una urna transparente y depositar la boleta, sino que es indispensable que ese ejercicio que se presupone como “libre”, realmente lo sea. Veamos a que me refiero.

Es así, que producto de la lucha por el poder, las condiciones ante las que se enfrenta la ciudadanía en un proceso electoral, principalmente en las campañas electorales en las que las fuerzas políticas y los candidatos buscan convencer al ciudadano de ser la mejor opción, situación que sin duda es parte del desarrollo democrático, pero existen elementos que dentro de esa condición deben de cambiar, como es el caso del modelo de comunicación política, que va desde el tema de spots en radio y televisión -cantidad y duración-, así como redes sociales -regulación mínima en procesos comiciales- y otros espacios de publicidad.

Por otro lado, los procesos electorales se ven inmersos en una confrontación política entre agentes políticos que tratan de incidir por las vías ilegales de coacción al elector, situación que de igual forma debe de ser punto de trabajo en el modelo electoral.

En ambos casos, el ciudadano se ve “presionado” a emitir un voto en un sentido a favor o inclusive en contra de algún partido o candidato, hecho que debe de cambiar.

El horizonte político debe de ser distinto. El ciudadano debe de tener plena libertad en su ejercicio de votar, no solamente al momento de emitir físicamente su voto -en la casilla-, si no durante todo el proceso electoral.

Lograrlo significará un avance en el modelo de construcción de ciudadanía y de legitimidad política y social, por lo que el trabajo de las instituciones electorales se tiene que enfocar en garantizar esas nuevas condiciones de elecciones democráticas.

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