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COVID 19 // Salud o sobrevivencia: miles de michoacanos quedarían desprotegidos ante una posible cuarentena

Tras la pandemia de coronavirus que afecta al mundo, muchos sectores han llamado a tomar medidas radicales como no salir a la calle. Pero muchos sencillamente no pueden. Décadas de precarización laboral, informalidad, o lisa y llanamente abusos, hacen que dejar de trabajar no sea una opción para millones de personas. En pocas palabras: miles de michoacanos deberán elegir entre atender las recomendaciones o arriesgarse —y arriesgar a los suyos— para no morir de hambre. Es otra batalla de la guerra permanente entre la salud o la sobrevivencia.

Por Eduardo Pérez Arroyo

Morelia, Michoacán.- De un lado: buenos salarios, cuotas patronales completamente al día, comprensión de los jefes y directivos, buenas plataformas logísticas para trabajar desde casa.

Del otro: trabajadores con salarios paupérrimos generados día a día, empleados sin contrato ni prestaciones o seguros de ningún tipo, pequeños comerciantes o trabajadores manuales que con lo que ganan cada día apenas tienen para comer.

La arremetida del coronavirus en el mundo, y las afectaciones que en próximos días podría generar en nuestro país, ha hecho que miles de mexicanos se vuelquen a exigir medidas más firmes de parte del gobierno federal. Los más extremos —como de costumbre las redes sociales se han convertido en el escenario principal— llegan a pedir el cierre total de fronteras y lugares públicos, control del tránsito, permanencia completa en el hogar y hasta toque de queda.

En el papel la idea no parece del todo mala, y está avalada por los especialistas que aseguran que la mejor manera de frenar el COVID-19 es evitar todo contacto entre personas.

La realidad, sin embargo, es mucho más dramática.

Millones de mexicanos sencillamente no están en condiciones de dejar de trabajar ni siquiera un día. Los mismos que los fríos análisis técnicos pocas veces toman en cuenta.

El escritor Jorge Zepeda Patterson, actualmente en Europa, lo graficó con acierto en una columna elaborada para el diario español El País.

“Habría que pensar dos veces antes de exigirle al presidente López Obrador que le dé un balazo al pie a una economía que ya renquea en la otra pierna”. Su argumento es simple pero contundente: “El coronavirus es el mismo, los países no”.

El propio presidente indicó en días anteriores que el supuesto retraso en decretar estado de emergencia —con todo lo que ello implica— se debía a que las afectaciones económicas en un país endémicamente afectado podrían agravar cualquier paliativo, y por eso habría que tomar las cosas con calma.

La realidad michoacana avala esta visión.

—Te doy cifras, chileno —me dice Aldo, bartender de una de las más conocidas cantinas de Morelia. —El bar en el que trabajo vende entre 40 y 50 mil por día. Pero ayer vendí menos de 2 mil pesos. ¿Cómo crees tú que eso afecta a todo el personal? Si no hay venta, no hay propina. Y en este medio, de eso vivimos.

Para él, sencillamente dejar de trabajar es imposible.

—Estamos preocupados, porque no falta mucho para que nos apliquen la suspensión. Precisamente ayer atendí a personas del Ayuntamiento, que me platicaban que estaban a la espera de hacer oficial la suspensión de labores a todos los centros de consumo.

¿Cómo le afecta?

—Nadie entre quienes trabajan en los bares que conozco tiene contrato ni prestaciones de ley. Imagínate: si llegamos a cerrar, los dueños se lavan las manos y no nos pagarían todo ese tiempo. Y mi caso es similar al de la mayoría de los bares y restaurantes de Morelia.

—¿Qué harías en el caso de que efectivamente tuvieras que cerrar?

—Sentarme a llorar —responde, irónico—. No tengo un plan b.

 Julián, otro bartender y mesero profesional en Morelia, opina igual.

—Los bartenders y meseros dependemos directamente del consumo de los clientes. Si el Ayuntamiento o la Federación llegara a recomendarnos no atender o bajar nuestra clientela, nos iría muy mal. Tengo sueldo base, pero mi fuerte son las comisiones.

Pero las afectaciones no solo llegarían al rubro de los encargados de entretener a la población.

—A mí ya me afectó —dice Jorge, diseñador con varios años de experiencia y que los días sábados daba clases en una escuela local—. Ya no voy a dar clases en el colegio hasta nuevo aviso. No me queda más que prepararme para chingarle en lo que sea. Y me refiero a cualquier cosa que me salga, y que me paguen lo que sea.

Son solo tres casos de una realidad que queda sepultada entre quienes, recién llegados de flamantes viajes por Europa o el Medio Oriente, exigen a gritos que los gobiernos tomen medidas más duras.

LAS CIFRAS

En Michoacán, según el último análisis “Información Laboral actualizada hasta marzo de 2020” de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), existen 2 millones 036 mil 657 trabajadores. De esta cifra, 471 mil 632 son trabajadores por cuenta propia, es decir el 23%.

Estos trabajadores, según la propia STPS, son aquellos “que desempeñan su oficio o profesión solos o asociados con otros; no tienen trabajadores remunerados a su cargo, pero pueden disponer de trabajadores (familiares o no familiares) sin pago alguno”.

La pregunta es obvia. ¿Cómo quedarían los artesanos, los artistas, los pequeños comerciantes, los profesionistas independientes, sin trabajo y sin el respaldo económico que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) otorga a los trabajadores con algún tipo de licencia? La realidad es que según las cifras anteriores, en términos reales casi la cuarta parte de los trabajadores de Michoacán caería en alta situación de vulnerabilidad en caso de decretarse algún tipo de cuarentena.

Pero, como de costumbre, en Michoacán la realidad siempre puede empeorar.

El mismo estudio de la STPS indica que al menos desde el año 2005 la informalidad laboral, es decir los trabajadores de cualquier rubro que no tienen contrato ni prestaciones, bordea el 70%. En la actualidad el porcentaje llega exactamente de al 70.3%. En noviembre de 2019 el economista Heliodoro Gil Corona aseguró que esta ecuación significa, entre otras cosas, que “aumenta el número de trabajadores que ganan poco y disminuye la de empleados que ganan mucho, tanto en la ocupación formal como informal”.

Y si se trata de los trabajadores asegurados en el IMSS, la cifra llega apenas a un leve 35.6%. Todo en un contexto en el que el ingreso promedio de un trabajador michoacano es de cerca de 6 mil 500 pesos.

—En este momento no tengo idea de qué hacer si la situación se agrava —señala Jorge.

Otras fuentes ofrecen un panorama igualmente desalentador. El estudio “Precarización del empleo en Morelia, Michoacán”, elaborado por Arcadio González Samaniego y José Alfredo Uribe Salas, indica que en Michoacán hasta al menos el año 2017 un 52% de la población permanecía en precarización laboral, definida como “la tendencia hacia una mayor inestabilidad del empleo, el acceso cada vez más restringido a la seguridad social y la persistencia de salarios bajos”.

Pero las cifras no acaban ahí.

De esos poco más de 2 millones de trabajadores reportados oficialmente por la STPS, un total de 716 mil 770 obtienen solo entre uno a dos salarios mínimos, es decir, entre 124 y 248 pesos diarios. Eso hace altamente improbable que tengan la posibilidad de sobrevivir sin trabajar. Además una cuarta parte (el 26%) tiene de 50 años o más.

Las cifras también indican que el 21% de los trabajadores michoacanos labora en el comercio, y por tanto serian de los más afectados ante una posible paralización de actividades. Finalmente, entre los trabajadores michoacanos un 29% solo terminó la educación primaria, y el 32% solo secundaria.

Si bien trabajar sin contrato no implica automáticamente malestar económico; tener más de 50 años no necesariamente significa vulnerabilidad absoluta; y en muchos casos los empleados pueden seguir trabajando desde casa, es obvio que una situación extraordinaria de recesión agravaría algo que ya estructuralmente es difícil. La realidad es preocupante: un número no identificado de trabajadores sencillamente no está en condiciones de dejar de trabajar.

—¿De dónde saco dinero si no tengo contrato, ni menos al IMSS para que me pague los días que no trabajo? —se pregunta uno de los entrevistados.

LAS VERSIONES COINCIDEN: CAUTELA

El Ayuntamiento de Morelia se mantiene a la espera, pero anunció en días pasados que en caso de declararse la fase 2 de las 3 oficialmente existentes (en este momento México permanece en la 1, de menor peligrosidad) habría necesariamente que cerrar algunos negocios.

Pero nadie desea precipitarse. Según el reporte extraoficial de un funcionario municipal del área de la salud, México aún no llega al grado de requerir una cuarentena masiva, aun cuando hasta el momento ha seguido una por una las recomendaciones de la OMS. Sin embargo, anunció que ya se está pensando en la transición a un estado de mayor gravedad buscando la manera de que no se desproteja la economía de los ciudadanos. 

“Si iniciamos suspensiones masivas dejaríamos en muy mal pie a la economía, y a la larga sería más difícil recuperarla. Es probable que a largo plazo muchos le agradezcan al presidente por no precipitarse a una paralización total, como ocurrió por ejemplo en Argentina. Si bien en ese país pudo ser necesaria, es un hecho que tendrá consecuencias económicas aún imprevistas y muy graves”.

Por último, agrega, la disposición oficial es reaccionar a tiempo según los escenarios que se presenten, y en ese sentido el calor ha sido de tan ayuda para que la situación no se agrave.

El economista Heliodoro Gil Corona también apela a la prudencia.

“Hay turbulencia en los mercados e incertidumbre entre los inversores, quienes han paralizado proyectos estratégicos de empresas y de los gobiernos nacionales. Las bolsas han perdido en el valor de acciones en todo el mundo, y esa volatilidad e incertidumbre ha trasladado el conflicto al precio internacional el petróleo”, comenta.

El problema de fondo, asegura, es que la economía mexicana está en un muy mal momento para hacer frente a una crisis como la actual.

“Hoy México ha perdido casi el 67% del precio del petróleo, ya que cada barril está a 18 dólares por barril aun cuando las proyecciones a inicio de año eran de 42 dólares por barril”.

—¿Qué podría implicar en términos prácticos?

—El empleo formal podría caer hasta en un 40% —alerta.

Respecto de posibles acciones oficiales ante el coronavirus, Gil Corona asegura que el gobierno federal ya se está tardando en tomar algunas pero que ante una cuarentena total habría que ser cauteloso.

“El gobierno federal ya se está tardando en tomar medidas puntuales como recomendar al Banco de México que reduzca su tu taza de iteres de 7 a 6% para bajar el costo de los créditos. Es indispensable dar estímulos fiscales a empresas y personas afectadas por el COVID-19”.

“Sin embargo”, añade sobre la posibilidad de una cuarentena masiva, “las medidas efectivas para combatir la pandemia es el aislamiento y la limpieza personal y el hogar. Otro tema son las consecuencias de la inmovilidad social y económica. Son los dos temas prioritarios de atención: la pandemia y los costos económicos. ¡Vaya tarea que tenemos por delante!”

A juzgar por las cifras y los testimonios de muchos que ya comienzan a sentir los embates, es cierto que habría que pensar dos veces antes de exigirle al presidente que le dé un balazo al pie a una economía que ya renquea en la otra pierna, como indicó Zepeda Patterson. La ya añeja pugna entre la salud y la sobrevivencia parece recién iniciar un nuevo capítulo en Michoacán.

Cifras

Los números muestran la dramática realidad de miles de trabajadores en Michoacán.

70% de los empleados michoacanos son informales

23% son trabajadores por cuenta propia

35.6% tienen Seguro Social

35% perciben entre 124 y 248 pesos diarios

6 mil 500 mensuales es el salario promedio en Michoacán

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