ENTRELÍNEAS // Kamikaze

Héctor Tapia

Sí, fue sorpresiva y abrupta la postura de Silvano Aureoles en cadena nacional. Fue selectivo en su mensaje: supo qué quería decir, por qué lo quería decir y el efecto que iba a tener.

Hizo varias aseveraciones no sólo temerarias y arriesgadas. Provocó un sismo aguas adentro a sabiendas de que estos movimientos traen consigo tsunamis y generan damnificados, él como primer afectado.

Agarró una bandera y se lanzó al vacío; hizo juicios que le tocan al entramado institucional definir y castigar. Y es aquí lo cuestionable. Por eso es que su movimiento se lee más como una jugada política que jurídica.

Una jugada política que para muchos se lee como un acto suicida, de consecuencias aún insospechadas para muchos.

Ahora, ante esto, las lecturas han sido variadas. Para algunos fue “valiente” al hacer señalamientos de que Morena es un “narcopartido”, de que en Michoacán “ganó el narco”, y acusó a dos ex gobernadores de propiciarlo.

Pero para otros, el lanzarse con una campaña mediática, a partir de un medio nacional, dejando de lado los medios locales, a sabiendas de las consecuencias políticas que traeríaen todo el país, fue visto o leído como un acto desesperado frente al cierre de su administración.

Esta tesis adquiere mayor fuerza cuando deja entrever que podría ser detenido, y aunque acusa que sería a consecuencia de hacer estos señalamientos, para muchos en la clase política michoacana, de darse ese escenario, sería por otras causas, como las investigaciones que podrían estarle realizando desde distintas instituciones, y con ello fincarle responsabilidades.

Es a partir de este segundo supuesto del que las interpretaciones y especulaciones se han desatado. ¿Sabe algo que está por pasar y busca “curarse en salud”?

Regresando al hecho concreto, las acusaciones que lanzó sin denuncias penales de por medio, que es la ruta institucional para ese tipo de aseveraciones, abre una línea de interpretaciones que van más allá de un proceso electoral de renovación de la gubernatura.

Es decir, la lectura para muchos es que busca blindarse, y que en caso de ser detenido, como dice podría suceder, tener el argumento de decir que fue por causas y diferencias políticas.

La línea es delgada y quedan pocos meses de esta administración. Lo que sí deja ver es que ante el escenario de que las autoridades electorales ratifiquen el triunfo que obtuvo Alfredo Ramírez Bedolla, la apuesta y la ruta es cuestionar la legitimidad no sólo de una contienda electoral, es minar la legitimidad del eventual nuevo gobierno.

Los elementos de acusación que se han presentado por los equipos jurídicos, tanto de Alfredo Ramírez como de Carlos Herrera, serán valorados por los tribunales, quienes son los que tendrán una palabra definitiva al respecto. Por eso, adelantándose a todo proceso judicial, y realizando aseveraciones mediáticas, la postura del mandatario michoacano se interpreta como un acto de nerviosismo y desesperación.

Héctor Tapia. Director General de Metapolítica.mx, reportero en Medios Radiofónicos de Michoacán y analista político en Canal 6 Media Group y Cadena Rasa.