#ESPECIAL // En Michoacán, feminicidios institucionales

  • Atención al cáncer de mama, la causa.

Patricia Monreal y América Juárez

“Tiene que hacerse otros estudios”, le dijo a Martina Anguiano la voz del otro lado de la línea telefónica. Fue ahí que lo supo: la mastografía que le habían realizado ocho meses antes, no había salido bien.

Sentada al lado de la estufa de su casa, en la comunidad purépecha de San Juan Nuevo Parangaricutiro, Martina sintió miedo, “¿qué va a ser de mis hijos si yo falto?”, se preguntó.

Sus temores resultaban fundados. En Michoacán padecer cáncer de mama, es una sentencia de muerte: sólo dos de cada diez mujeres logran sobrevivir.

Pese al compromiso de la administración de Silvano Aureoles por atajar la enfermedad, la tendencia de casos y defunciones se mantuvo, no evidenció mejoras pese a la millonaria inversión realizada en el programa Convoy de Mastografías.

Esta investigación periodística encontró que la empresa contratada para prestar el servicio no cumplió con la cantidad de estudios pactados. Entregó diagnósticos equivocados y con frecuencia reportó los resultados a las pacientes, meses más tarde, cuando ya el cáncer las había invadido.

En el tratamiento del padecimiento, las irregularidades en la operación de los Servicios de Salud del Estado, han derivado en lo que activistas califican como feminicidios institucionales. 

“Las víctimas, son cientos de mujeres que año con año mueren por una mala atención a causa de omisiones, negligencia y corrupción”, refiere la directora de la organización Humanas Sin Violencia, Circe López Riofrío.

Negocio sobre ruedas

“Mujeres de 40 años en adelante, pueden realizarse la mastografía”, decía un pequeño cartel ubicado en la plaza principal de San Juan Nuevo. Faltaba poco para el otoño de 2016 cuando Martina Anguiano convenció a su prima Estela de acudir juntas “al camioncito” enviado por el Gobierno del Estado.

Ese año, arrancó la operación de las unidades móviles dentro de la administración de Silvano Aureoles. Fue lo que durante su sexenio se publicitó como el programa Convoy de Mastografías.

No bien habían transcurrido dos meses de su gobierno, cuando en diciembre de 2015, los Servicios de Salud de Michoacán ya habían licitado, adjudicado y contratado el servicio integral de detección y diagnóstico del cáncer de mama con la empresa Movimedical S.A. de C.V.

La relación del silvanismo con la firma, coincide con el periodo en que Federico Madrazo Rojas, se desempeñaba en ésta como Asesor en Administración de Proyectos. Su papel fue consignado en la declaración que hizo pública en 2016, en la plataforma 3 de 3 del Instituto Mexicano para la Competitividad.

El gobierno michoacano se convertiría en uno de los clientes más redituables para Movimedical: le representó en seis años, más de una tercera parte de los 927.1 millones de pesos contratados con la Ciudad de México, Jalisco, el Estado de México, Oaxaca, Hidalgo y Michoacán.

A las arcas de la firma ingresaron 402.9 millones de pesos del erario michoacano, monto superior al presupuesto total del último trienio para la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres Michoacanas.

El objetivo institucional, era proveer de manera gratuita el servicio integral de detección y diagnóstico del cáncer de mama.

En 2017 que Patricia Mendoza acudió en Uruapan al Convoy, sin explicarle el porqué, no le prestaron el servicio público, sólo le preguntaron si traía 500 pesos para que mejor se hiciera la mastografía en la clínica privada La Guadalupana.

“Ahí me enteré que ya traía el cáncer de mama, me dijeron que tenía tumores de segundo grado muy avanzados, y entonces empecé a llorar”, recuerda.

Apenas un año antes, en una primera mastografía que se realizó en los Servicios de Salud, le habían dicho que todo estaba bien, que no había ningún problema. Hoy Patricia, ha perdido un seno y el cáncer se le extendió al colon.

En la revisión efectuada en esta investigación a los contratos firmados por Movimedical con seis estados de la República de 2015 a 2021, se comprobó que el costo que facturó a los gobiernos estatales por mastografía no fue uniforme.

En 2016, Michoacán pagó 1,050 pesos por estudio; al año siguiente, Oaxaca las convino en 905.17 pesos; en 2019, a Jalisco se las cotizaron en 777.59 pesos; y para 2020, la Ciudad de México desembolsó 744 pesos por cada una. El Estado de México registró el precio más alto en 2019, con 1,245 pesos.

Pese a que los ocho contratos firmados en Michoacán entre 2015 y 2021, obligaban a realizar mastografías, ultrasonido mamario, y –en casos confirmados- estudios histopatológicos (biopsia mamaria), la labor se limitó a las mastografías, y en muchas ocasiones, ni eso.

“Cuando mi hermana Silvia acudió a la unidad móvil en 2018, le realizaron puro tacto, nada de mastografía, y ella pensó que así era el servicio”, refiere Gloria Pineda, integrante del Grupo Guerreras Unidas conformado por mujeres que padecen o han padecido cáncer de mama.

Movimedical no cumplió con las metas estipuladas: en 2016 fueron 5,060 mastografías menos de las convenidas; en 2017 sumaron 2,085; y para 2018, la cifra se disparó hasta 27,186.

Para evitar establecer cantidades fijas de estudios, a partir de 2019 cambió el criterio en los contratos, y se determinó una modalidad de días y horas de atención.

El programa del gobierno de Aureoles fue perdiendo tracción. Mientras que en 2020 realizó 35,990 mastografías, para 2020 el número había bajado a 16,160, según datos entregados por la Secretaría de Salud del Estado a solicitudes de información que le fueron formuladas.

También el número de unidades móviles disminuyó, de arrancar con ocho, actualmente operan cinco.

El incumplimiento entre mastografías contratadas y realizadas, hizo que en marzo pasado, en Oaxaca, se cancelara un contrato con Movimedical. El escándalo estalló por las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación en la fiscalización al recurso federalizado de 2019.

Pero en Michoacán, la operación de la compañía ha pasado en blanco para los órganos de fiscalización federal y estatal.

Miguel Ángel Aguirre Abellaneda, auditor Superior de Michoacán, argumenta que la revisión del programa Convoy de Mastografía, no es su competencia por tratarse de recurso federal.

En tanto, los beneficios económicos para la proveedora no pararon: en 2015 facturó 15.9 millones; para 2016 y 2017 fueron 49.9 millones respectivamente; en 2018 sumaban ya 69.9 millones; y en 2019, 55.9 millones.

En 2020, año en que inició la pandemia por el Covid-19 y que la cantidad de mastografías realizadas se desplomó, Movimedical aseguró recursos por 91.9 millones de pesos. Lo contratado en 2021, es por 68.9 millones.

Irregularidades que matan

Martina Anguiano se encomendó a Dios, el personal médico tardaba mucho en la biopsia que le realizaba a su seno derecho. Había llegado a la Unidad de Especialidades Médicas dedicada al Cáncer de Mama, en Morelia, con un grupo de mujeres que trajo un camión desde Uruapan.

“Les pregunté ¿por qué me hacen esto?, ¿cómo se llama esto?, y me dijeron biopsia, y yo les dije ¿para qué es esto?, me respondieron que para saber si tenía cáncer o no. Me solté a llorar, porque yo luego luego pensé en mis hijos”, narra Martina.

Por contrato, Movimedical debía entregar en 15 días hábiles los resultados de la mastografía practicada a Martina en la unidad móvil. Pero no fue así, tardaron ocho meses para llamar y notificarle que tenía que acudir a Morelia a efectuarse más estudios.

El retraso en la entrega de resultados es frecuente, María –que pide reservar su nombre para evitar malos tratos en su atención-, recuerda que en abril de este año se realizó la mastografía, y fue hasta septiembre que le llamaron para que fuera con un CD por sus estudios.

A María le sorprendió que no hubiera nadie que le dijera cómo iban sus fibromas, nadie que le diera un diagnóstico en el momento.

La Norma Oficial Mexicana 041 para la Prevención, Diagnóstico, Tratamiento, Control y Vigilancia Epidemiológica del Cáncer de Mama, establece que las pacientes con resultados anormales, deben recibir evaluación diagnóstica y seguimiento oportunos y adecuados.

A Martina le entregaron los estudios y no le volvieron a llamar; ella pensó que todo estaba bien. Dos años después –ya con Seguro Social- en una revisión general, un enfermero notó que su pezón derecho se había deformado.

“¡¿Qué no fue a la escuela?!”, la regañó el oncólogo del IMSS al revisar los papeles que ella había acumulado desde que acudió a la unidad móvil, “¡¿qué no ve lo que dice aquí que tiene?!”, ella sólo atinó a contestar, “a mí me dijeron los doctores que yo no tenía nada”. Fue ahí que el médico le explicó que tenía cáncer; una semana después, empezaría con sus quimioterapias en la institución federal.

En México, las unidades móviles deben contar con su Clave Única de Establecimientos en Salud (CLUE) conforme a la Norma Oficial Mexicana 024, sobre los Sistemas de Información de Registro Electrónico para la Salud. Esto permite identificarlas, dar seguimiento a su operación a través de bitácoras, y verificar la correcta calibración y funcionamiento de los aparatos que operan.

Las claves de las cinco unidades móviles del Convoy de Mastografías en Michoacán entregadas vía acceso a la información, no corresponden en ningún caso con los servicios que prestan.

El cruce de los datos estatales con el Catálogo de CLUEs de la Dirección General de Información en Salud del Gobierno Federal, evidencia que una de las unidades móviles aparece con la clave correspondiente a las oficinas centrales de la Secretaría Salud del Estado -que son administrativas-, y el resto, a consultorios de medicina general.

Los resultados de la mastografía aplicada por Movimedical a Martina en 2016, no consignan el número de CLUE, el espacio aparece en blanco.

Para Circe López, promotora en Michoacán de la declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, es claro que existe un atentado contra la salud y vida de las michoacanas, “vemos cómo la corrupción mata, y que el feminicidio y otras expresiones de violencia están en el Estado, son mecanismos que se encuentran institucionalizados”.

La tortuosa ruta

La tarde de agosto en que Renata se quitó el top para meterse a bañar, sintió que la piel de su pezón izquierdo se desprendía para quedar pegada en la prenda. Hacía once meses que el doctor de seguimiento del Centro Estatal de Atención Oncológica, le informó que el cáncer había vuelto. 

En la propia institución no se ponían de acuerdo, el cirujano desestimó el diagnóstico y consideró que se trataba sólo de fibrosis. Renata confiaba en él, era el médico que previamente, le había realizado una mastectomía para retirarle el seno derecho afectado por cáncer.

Nuevos estudios y opiniones médicas, confirmaron el retorno de la enfermedad. Sin auscultarla, su cirujano rectificó y le advirtió que habría otra operación: “pero no va a ser conservadora, el seno te lo vamos a quitar”.

Con una media anual de 262 casos, las acciones para el combate al cáncer de mama durante el silvanismo no disminuyeron la incidencia. Morelia encabezó la lista con 863 positivos, seguido de Uruapan con 223, y Zamora con 167.

Las muertes tampoco bajaron. Esta investigación documentó a través de las informaciones requeridas a la Dirección General de Información en Salud federal y la Secretaría de Salud estatal, que durante el sexenio, de un total de 1,758 casos positivos, 1,448 acabaron en defunciones.

Entre 2015 y 2021, el 82.3% de las mujeres confirmadas con cáncer de mama, murieron.

El criterio para la detección de casos en Michoacán es restrictivo, no aplica para las menores de 40 años.

“En ocasiones las características y síntomas de una mujer joven, te están diciendo que podría ser cáncer de mama, sin embargo, como aún no tiene los 40 le niegan la atención”, señala María Elena Flores Moreno, de la Fundación Familia Unida contra el Cáncer.

Laura –que pidió mantener su nombre en reserva- vio morir a su madre este año tras un diagnóstico tardío en los Servicios de Salud del Estado. Tenía cáncer de mama que le emigró al hígado, los huesos y finalmente al cerebro.

“Pídele a Dios que no te dé a ti porque te vas a ir en un año como tu mamá”, le advirtió el doctor del Centro Estatal de Atención Oncológica durante una de las visitas de atención a su madre. 

Su abuela y una tía también padecieron cáncer, por lo que Laura acudió a un particular para realizarse un ultrasonido mamario, “según yo tenía dos bolitas, y tengo 18, pero me dijeron que son de agüita”.

En la Unidad de Especialidades Médicas dedicada al Cáncer de Mama, le sacaron la cuenta: “¿a los cuántos años le dio cáncer a tu mamá?, les dije que a los 53, y me respondieron, ah, entonces vente cuando tengas 43 para hacerte la mastografía. Tengo 34 años, ya nada más me faltan nueve para que me atiendan”, ironiza Laura.

La estadística de la Secretaría de Salud del Estado evidencia que el grupo de edad con mayor prevalencia de 2015 a 2021, fue el de las mujeres de 45 a 59 años, con 1,203 casos. 

Pese a que las campañas de detección no aplican a las menores de 40, el grupo de 25 a 44 años acumuló 610 casos.

Ruta a la incertidumbre

Cuando Renata se quitó la bata en el quirófano, el cirujano finalmente la miró. Además del seno derecho que le había extirpado hacía más de un año, ya no tenía el pezón izquierdo y la zona le supuraba.

Por meses la vista del médico sólo observó los estudios, no el cuerpo de Renata. Su operación ya cancelada en una primera ocasión -porque los aspersores no funcionaban-, fue suspendida y el criterio cambió, se optó por quimioterapias para reducir el tumor que ya se había extendido.

La transición por el cambio de gobierno en Michoacán ha afectado la marcha interna en el Sector Salud, pacientes como Renata lo han resentido. Al acudir a que le programaran las quimioterapias, le informaron que no se podía porque “ya no había”, tuvo que pedir ayuda para lograr que se las aplicaran.

“Apenas estamos en proceso de revisión de cómo operaban los programas y qué es lo que se dejó”, asegura el nuevo secretario de Salud, Elías Ibarra Torres, “estamos conociendo cómo está la situación en cada área”.

De los programas de detección y atención al cáncer de mama, incluido el Convoy de Mastografías, el funcionario asegura no tener aún información, esto pese a que él mismo encabezó por un año la Secretaría de Salud durante el silvanismo.

La madre de Laura falleció angustiada, sabía que el cáncer ha estado presente en su familia y puede afectar también a su hija. 

“Estaba segura de que voy a tener cáncer, así que murió pensando que como ella, médicamente voy a fallecer desamparada porque no tengo Seguro Social, no tengo licenciatura, ni un trabajo estable”, refiere.

Madre de dos niños, a sus 34 años Laura reconoce su miedo: “viendo cómo murió mi mamá y todo lo que hice para que su sufrimiento no fuera tan terrible, me aterra pensar, ¿y cómo voy a morir yo?”.

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  • Este trabajo fue realizado como parte del programa MásterLAB en Edición de Investigaciones, de Quinto Elemento Lab