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# ES TIEMPO… // Atentado, INE y Frankestein

Por Martín Equihua

Es muy probable que el delincuente apodado “El Tucán”, haya sido el autor intelectual del atentado al periodista Ciro Gómez Leyva. Este líder criminal fue exhibido dos días antes por el agredido, muy quitado de la pena celebrando su fe guadalupana, acompañado de policías municipales y de un afamado intérprete vernáculo. No obstante, los obsesivos críticos presidenciales se anticiparon a culpar, directa o indirectamente, al presidente López Obrador.

El propio Gómez Leyva se cuidó de no responsabilizar de antemano a nadie; dijo que esperaría la investigación y que confiaba en las autoridades. Otros, más papistas que el papa, y sus enardecidos medios, salieron temprano a escupir veneno, pero se equivocaron una vez más, pues no funcionará su nuevo intento de silenciar “la mañanera”. Tampoco regresará a sus cuentas la bolsa de más de 40 mil millones de pesos que embellecía cámaras, micrófonos, tinta y papel. La libertad de expresión como patrimonio de unos cuentos, ya no, nunca más.

El presidente Obrador y la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, le expresaron solidaridad al periodista –con el que han tenido públicas diferencias– y ofrecieron que no habrá impunidad, con una “investigación a fondo” que, por lo demás, permitiría desactivar la miserable intención de señalar con el dedo flamígero. Conviene entonces, esperar y no agregar más virulencia y fanatismo a la discusión pública.

INE y Frankestein

El consejero presidente del INE, Lorenzo Córdoba Corleone y consejeros de su mafiosa familia, también juegan al monstruo del doctor Víctor Frankestein que, en la obra de Mary Shelley, leímos cómo se armó de despojos humanos, como aquí el instituto lo hizo de acuerdos cupulares partidarios por alrededor de tres décadas. En la primera obra de ciencia ficción, vimos cómo “la criatura” adquirió vida y razón por sí misma; autonomía de su creador, a quien le cobró la osadía científica con la muerte de su prometida, por cuya sed de venganza terminaría muriendo él mismo, en gélidos lares del norte.

Aquí, a la manera de ese engendro, el INE de Lorenzo adquirió vida y lejos de mantenerse neutral, se subió temprano al tren opositor anti-reformista. Hasta ha advertido, en tenebroso lenguaje gótico, a la “mayoría tiránica… que guarden las palas porque no son tiempos todavía de entierro…”, pues amenazó con lo que llamó “una dura y ardua batalla jurídica” para defender al INE. Diferida su aprobación, la amenaza de impugnación ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, solo podrá hacerse hasta su publicación.

Si Lorenzo Córdoba Corleone y fauna concejal quiere entrar al debate decisorio, debe apuntarse con claridad en los procesos legislativos. Al árbitro le toca pitar y no celebrar ni lamentar los goles. La reforma a la que se opone, por lo pronto entrará en suspenso, seguramente hasta febrero, con el primer periodo ordinario de sesiones del Senado; y en estricto sentido, está fuera de la órbita competencial de este Frankenstein institucional que, de la novela de Sheley, ha saltado por distintas ventanas de la cultura, incluida, de vez en cuando, la política.

Y es que, aún si Lorenzo y familia tuvieran razón, no debe olvidarse lo básico, es decir, que en política, los intereses se expresan en opiniones, juicios, perspectivas distintas, que unas veces permiten pactar acuerdos y, otras, tragar desacuerdos. Ante estos últimos, son las mayorías las que deciden los asuntos en litigio. Así son las reglas. De este modo y para esta materia electoral, la razón de los consejeros es suya y solo suya, y la deben guardar para sus memorias, y no subirla al ring, autorizado sólo para quienes han sido elegidos por sufragio: diputados y senadores. Deben ahorrase sus ridículas acusaciones de que se quiere destruir al INE y a la democracia, y toda sandez amparada en tecnicismos jurídicos.

P.D. Gracias por leernos. Regresamos el primer lunes de 2023. Es tiempo de reposo y reflexión.

Las opiniones emitidas por los colaboradores de Metapolítica son responsabilidad de quien las escribe y no representan una posición editorial de este medio.

Martín Equihua. Periodista, sociólogo, maestro en políticas públicas, exdiputado federal.




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