Carlos F. Márquez
En el proceso electoral 2024 no solo se sometían a la aprobación ciudadana los candidatos que aparecieron en la boleta, también representó un “referéndum” para el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla a la mitad de su sexenio. Con el sufragio, las ciudadanas y ciudadanos evalúan también al gobierno en turno, con voto de castigo si no ha cumplido las expectativas o con la victoria en las urnas si apuestan por la continuidad de un proyecto político y social.
Los resultados preliminares de la elección en Michoacán representan un triunfo contundente para Alfredo Ramírez Bedolla, y una alta aprobación a su gobierno, no solo por la ventaja de casi 25 % que obtuvo en la elección presidencial Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez, sino porque se logró prácticamente carro completo en las diputaciones federales y locales.
En 2018, Andrés Manuel López Obrador ganó con 50% de los votos en la elección presidencial en Michoacán, porcentaje que se elevó a 54% para Claudia Sheinbaum (según conteo preliminar). La coalición Sigamos Haciendo Historia ganó 9 de 11 diputaciones federales y el Senado, por lo que Ramírez Bedolla le cumplió a la Presidenta electa y con el llamado Plan C que apuntala la consolidación de la cuarta transformación a nivel nacional.
Durante la segunda mitad de su gobierno, Ramírez Bedolla tendrá un Congreso del Estado a favor para la planeación presupuestal y la aprobación de iniciativas del Ejecutivo, ya que Morena y sus aliados -el PT y PVEM- obtuvieron en las urnas 21 escaños de 24 que estaban en juego.
La jornada electoral dejó resultados que deben ser analizados con la cabeza fría y con mucho análisis de contexto, uno de ellos es el carro completo que se llevan en Uruapan los candidatos independientes liderados por Carlos Manzo, quien ganó de forma avasallante la presidencia municipal con 47 puntos de ventaja, además de obtener dos escaños en el Congreso local y estar en empate técnico en la diputación federal. Sin duda, una elección atípica.
Morelia, traición y simulación
Alfonso Martínez consiguió su reelección como alcalde de Morelia, y lo hizo apegado al manual de las artimañas electoreras: desvío de recursos del gobierno municipal e injerencia de funcionarios de primer nivel, guerra sucia, reparto de despensas, coacción y compra de votos. El régimen de corrupción continúa en la capital del estado, porque las acusaciones de irregularidades en la administración del panista no eran parte de una campaña negra en su contra, son reales y están sustentadas en documentos.
Para la coalición Sigamos Haciendo Historia la elección en Morelia fue de una sospechosa asimetría: obtuvo el triunfo en los cuatro distritos electorales (incluso una victoria en el Distrito 17 que parecía improbable), pero no fue así en la presidencia municipal; ¿hubo traición a Carlos Torres Piña, el candidato de Morena a la alcaldía?, ¿simularon apoyo otros candidatos e integrantes de su planilla? Los números en las urnas deberán ser revisados con lupa, y quizá la aritmética electoral revele algo de verdad.
La inclusión de Fausto Vallejo Mora en la planilla de regidores tuvo un alto costo para Carlos Torres Piña, ya que provocó división al interior de Morena y mediáticamente también abrió un flanco de ataque. A la distancia, se observaba que su incorporación era estratégica para sumar el capital político que su padre Fausto Vallejo Figueroa habría construido en sus tres periodos como presidente municipal; sin embargo, los resultados de la elección podrían indicar que su marca política ya no tiene fuerza ni es rentable, o que, como lo había denunciado el PRI, el ex alcalde estaba jugando a dos bandas y finalmente decidió apoyar a Alfonso Martínez. ¿Muerte política o traición?
En suma, Alfredo Ramírez Bedolla sale fortalecido de la jornada electoral del domingo, le ha cumplido a Claudia Sheinbaum con buenos números y a la cuarta transformación con una significativa aportación al Plan C. En lo que toca a Michoacán, ha colocado a Morena en la primera posición de salida en la carrera por la gubernatura.
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