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#TAN CERCA, TAN LEJOS // No fue por democracia, es por dinero

Por José Irán Moreno Santos

La recién aprobada reforma a leyes secundarias electorales impulsadas por el Presidente de la República y votada mayoritariamente por su partido y aliados no tiene otra finalidad que el dinero.

El adelgazamiento del Instituto Nacional Electoral, los tiempos oficiales en medios de comunicación, el umbral de votación de los partidos políticos minoritarios para que estos desaparezcan y su argumento de que la democracia mexicana es cara y que esos recursos deberían utilizarse para los pobres, para los programas sociales, para las inversiones del estado en sus construcciones que según detonaron el desarrollo de este país y su crecimiento; a eso se inscribe la reciente reforma electoral o comúnmente denominada “Plan B”.

Esa misma lógica se ha venido utilizando para el tema del Seguro Popular hoy IMSS bienestar, el retiro de los fideicomisos de la sociedad civil y de la promoción de la cultura, así como la reducción de los presupuestos para dependencias de gobierno, el tema de los medicamentos y también los recursos destinados a las atenciones de las mujeres, la escuela de tiempo completo y la atención a los niños con cáncer.

El gobierno busca por diferentes formas allegarse de recursos con el argumento del ahorro, para poder ejercer esos recursos de manera discrecional en los próximos dos años de cara al proceso electoral 2024.

No le interesa al Presidente de la República y a sus partidos aliados profundizar en la democracia, porque si así hubiera sido las iniciativas presentadas tendrían como finalidad fortalecer al órgano electoral, al tribunal electoral, democratizar los partidos políticos, transparencia y rendición de cuentas de los mismos y también el acotar los recursos provenientes del crimen organizado o privados.

El gobierno aún tiene compromisos con el sector empresarial que lo llevó al gobierno y es por eso que reduce los tiempos de radio y televisión porque siempre ha sido una demanda de este sector y que hora teniendo como aliado al presidente lo están cumpliendo.

Si el tema de fondo fuese generar un Estado más democrático tendría que haber convocado a un diálogo nacional con la premisa de fortalecer la democracia mexicana y hubiera emprendido actos y acciones que mostraran su interés en qué las diferencias no se expresarán en los medios de comunicación sino en las urnas, en la democracia partidista, en los presupuestos participativos, en la democracia sindical, en una mayor transparencia y rendición de cuentas, en los fideicomisos para la cultura, en la transparencia y licitaciones públicas para las obras de mayor relevancia de este país, para una mayor transparencia en las compras gubernamentales referente a los medicamentos, una mayor infraestructura para escuelas de tiempo completo, para los centros de atención a mujeres, entre otras acciones que mostraran un talante democrático, abierto, incluyente y con perspectivas de futuro no solo para ahorrar dinero y tener recursos para el supuestos bienestar social sino para que todas y todos los mexicanos sabiendo que vivimos en un estado democrático podemos recurrir a los órganos institucionales de transparencia, podríamos demandar información para conocer las cuentas, podríamos recurrir a los órganos desconcentrados y autónomos del Estado para poder entonces desde esta perspectiva tener la certeza de que vivimos cotidianamente en un estado democrático.

Pero nada de lo anterior fue mostrado por el gobierno, al contrario fue una decisión de arriba hacia abajo, sin consensos, sin diálogo político, sin diálogo social, sin diálogo con los sectores que pudieran estar involucrados en la gama de fideicomisos que hoy ya no existen y que todos fuéramos participes de eso, pero no, la acción del gobierno fue excluyente, autoritaria, despótica y a está humillante para la sociedad mexicana y se escuda en el dicho de que el pueblo manda, el pueblo decide, pero quién determina es la administración actual.

30 años de transición democrática en temas electorales y han bastado 4 años para retroceder esos 30 años. 20 años de apertura cultural y han bastado 4 años para que el control otra vez del gobierno sobre la cultura, sobre la educación, sobre las inversiones, con total opacidad. El México que hoy gobierna Andrés Manuel López Obrador no es el gobierno de un hombre demócrata, de un hombre progresista con visión de futuro y con valores y principios de izquierda.

Al contrario se apega a políticas de austeridad, de adelgazamiento del estado, de control electoral, de control económico y de subordinación a los intereses económicos y esas son políticas que fueron dictadas en los noventa del siglo pasado en el denominado consenso de Washington, el humanismo mexicano no es otra cosa más que el capitalismo salvaje puro, qué siempre estuvimos combatiendo millones de mexicanos y que hoy se está imponiendo por la fuerza, sin diálogo, sin consenso, con descalificaciones y señalamientos, estamos literalmente en El siglo 21 con políticas de los setentas y ochentas.

Este nacionalismo revolucionario porque así también lo quiere mostrar, no es otra cosa más que el Estado con facultades autoritarias, con modelo económico neoliberal, con un respaldo militar y con una retórica de que el pueblo es y para quién trabaja, pero se le olvida el Presidente, que el poder sexenal y que sus acciones y sus actitudes solo están contribuyendo a qué millones de mexicanas y mexicanos hoy se sientan defraudados y busquen alternativas aún más populistas que las que él está implementando, el riesgo es muy grande porque a quién deje en el gobierno o gané las próximas elecciones va a tener un ambiente difícil en el Congreso, en los Estados y una sociedad muy agitada qué puede desembocar en una inestabilidad política, porque aún tiene una deuda muy fuerte con las y los mexicanos y este tiene que ver con la seguridad y no es con los militares en las calles cómo va enfrentar la nueva administración.

Las movilizaciones sociales, el descontento social y la fragilidad de su gobierno se avizora en el ambiente.

El presidente debe entender que hoy el estado mexicano está carcomido por el crimen organizado y en lugar de convocar a la sociedad a defender el estado lo que está haciendo es imponer una visión sectaria de lo que México no es y lo más lamentable es que este en este momento la situación cada vez más se agravará.

Se está actuando con tal irresponsabilidad que puede suceder lo que está sucediendo en el Perú en la próxima administración, o lo que está por concluir en Brasil, si la oposición logra un candidato de derecha populista podríamos terminar en una situación como la de Ecuador, que afianzara el modelo neoliberal dependiente y subordinado no solamente los intereses económicos del país sino también a los intereses económicos y seguridad de los Estados Unidos.

México está viviendo un retroceso y muchos de los que hoy colaboran y militan en Morena y en el PT no deberían de estar satisfechos, porque si bien ganaron las elecciones, estos actores políticos que a lo largo de estos 30 años desde la izquierda han intentado tener un gobierno progresista, se han estado decepcionando y se está generando la posibilidad real de un desprendimiento hacia la izquierda, lo cuál sería muy positivo si hubiera un partido qué revindicar a los valores y los principios de esta izquierda democrática.

En nuestro país estamos ante la encrucijada más importante de este principio de siglo o damos la batalla por la democratización verdadera y real del país o dejamos que la actual administración nos lleve al pasado y volvamos a empezar la lucha por la democracia, esa es la gran disyuntiva y es la izquierda democrática y progresista la que puede desde sus valores y principios recuperar la participación real de la sociedad, con un gobierno democrático, incluyente, socialmente responsable y con un verdadero Estado de derecho.

No fue por profundizar la democracia, si no por el dinero que está reforma electoral o denominado “Plan B” fue propuesto por el presidente no le importa la democracia solo le importa poder y este desgraciadamente solo lo ve en el dinero, no en la fuerza de la sociedad, no en la fuerza del pueblo. no en las y los ciudadanos y eso puede llevar a nuestro país a una grave inestabilidad política que no beneficiaria a nadie.

Estamos a punto de entrar a una noche oscura en nuestro país y solo las luces que los ciudadanos podemos empujar y encenderlas nos puede llevar al camino de la democracia, no esa que representó el PRI y el PAN, sino una verdadera democracia a la que todos aspiramos y todos deseamos, con desarrollo social, con políticas universales, con inclusión social y eso, ni las dos administraciones pasadas, ni la actual tienen intención o tuvieron intención de impulsar.

Las opiniones emitidas por los colaboradores de Metapolítica son responsabilidad de quien las escribe y no representan una posición editorial de este medio.

Presidente Fundación de Estudios Políticos Económicos y Sociales Progresista. iran_moreno@fepesp.org

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