Por Mario Ensástiga Santiago
No le hagamos al cuento, nuestra ciudad capital, al igual que todas las ciudades del país, reafirma su función sustantiva capitalista, la urbanización predominante en tanto relación de poder económico, social y político, en lo fundamental supeditado a las leyes del mercado de la demanda y oferta, no sólo impacta los territorios y asentamientos humanos, implica los modos de la producción de vivienda, el incremento de la demanda de la dotación servicios públicos básicos municipales, como el transporte, el tránsito y la movilidad, el agua potable y residuales, los desechos sólidos, el comercio, etc.). Nuestras ciudades son resultado de la confrontación de los diversos intereses de grupos y clases sociales y económicas la sociedad, ni más ni menos que la expresión de la añeja y moderna lucha de clases.
Los problemas del crecimiento y desarrollo conurbado de Morelia con varios municipios colindantes, no sólo persisten sino que se han ido agudizando con el paso de los años, las más recientes elaboraciones de los Programas de Desarrollo Urbano de Morelia de los gobiernos de Raúl Morón Orozco 2018-2021 y Alfonso Martínez Alcázar 2021-2024, éste último en proceso, ciertamente con distintas visiones y objetivos, no estoy muy claro si con distintas metodologías alejadas de la inútiles lógicas tecnócratas, ambos han carecido y carecen de la fuerza jurídica y política necesaria para modificar significativamente los negativos patrones y modelos de ocupación del territorio, del crecimiento y desarrollo urbano de nuestra ciudad capital.
El alto proceso de concentración poblacional de Morelia, inevitablemente provoca el constante surgimiento de nuevos asentamientos humanos irregulares por una parte y por otra, grandes, medianos y pequeños conjuntos habitacionales para las clases medias y altas; los asentamientos populares y construcción de vivienda por lo general son a una escala de masividad para que los desarrolladores centralmente obtengan grandes ganancias económicas se dan fuera de los estándares mínimos de calidad de un hábitat de bienestar humano.
Los programas urbanos (PMDU) de Morón y Alcázar, el primero sin los mecanismos necesarios de vigilancia, control y acción punitiva para evitar la especulación de la tierra popular y de las clases medias y altas, y el segundo, simulado formalmente la especulación y apropiación del territorio fuera de los lineamientos del desarrollo urbano y ordenamiento territorial razonadamente de la sustentabilidad de la ciudad y municipio de Morelia.
Recientemente el grupo social “Defensores de La Loma” (MCDL) que ha librado justas batallas para que los grupos de poder económico no avasallen la zona sur de Morelia, la más rica en biodiversidad, como la oposición a la construcción del “Ramal Camelinas”, entablo una controversia jurídica contra el Programa de Desarrollo Urbano de Morelia 2021-2024 del actual gobierno de Martínez Alcázar, para que no continúen con la creación de grandes problemáticas urbanas como ya sobradamente lo han hecho en el norte del municipio en los linderos con Tarímbaro.
Los argumentos del MCDL son en relación a los proyectos del nuevo Anillo Periférico y las presas al sur de Morelia, que a decir de los quejosos no contemplan el resguardo de las zonas boscosas y el cuidado de los cuerpos de recarga hídrica, por otra parte, la demanda se sustenta en la ausencia de un proceso de consulta a las poblaciones de los territorios involucrados en los diversos proyectos e intervenciones de las políticas urbanas del estado y el municipio.
EL MCDL advierten no sin justa razón, que la crisis del agua ya se observan sus grandes efectos negativos en varias colonias populares, y afirman que en las dos próximas décadas de no hacer una eficiente política pública del ordenamiento territorial sustentable de la ciudad y del municipio, la crisis hídrica será catastrófica, al momento los diferendos jurídicos de la intervención del poder judicial que ha puesto un alto al proceso, consistente en la interpretación de los alcances de sólo a los decretos del Área Natural Protegida de 1936 o a un espectro más amplio de la zona sur de Morelia.
La degradación urbana de Morelia pese a todo lo que se diga y haga, en las actuales visiones y dinámicas de las políticas públicas urbanas, no darán resultados muy distintos al proceso urbano de nuestras ciudades que viene desde hace varias décadas; la quinta etapa de Villas del Pedregal aunque haya la construcción emergente de varias obras públicas del gobierno del estado y el municipio para intentar mitigar y contener los graves conflictos sociales, de transporte, movilidad y violencia social entre otros no resolverán los conflictos de fondo de esa masa poblacional ahí hacinada.
Morelia lamentablemente seguirá siendo territorio fértil para los grandes intereses económicos de grupos inmobiliarios, que son en otros términos y características los modernos “cárteles inmobiliarios”, ya el grupo Herso se desdobla la acción inmobiliaria a gran escala, ahora a través de un nuevo grupo (Fasor), personificada en la nueva generación familiar, para construir, se anuncia con bombo y platillo, la construcción de un nuevo concepto mobiliario en la zona oriente de Morelia en las inmediación de Ciudad Salud” por el rumbo de la salida a Charo, para la población de la clase privilegiada, donde con toda seguridad no habrá por un tiempo, falta de servicios públicos, equipamiento urbano necesario y ausencia conflictos sociales como los hay en otros conjuntos habitacionales que la empresa constructora Herso ha realizado en otros lugares de la ciudad, como Villas del Pedregal.
Este proceso tristemente seguirá hasta que no se construyan, diseñen y operen las políticas urbanas y del ordenamiento territorial, visto y como un gran “constructo tecnopolítico”, con la participación real y efectiva de los diferentes grupos sociales, económicos y políticos, para la cohesión social y territorial sustentable de Morelia como ciudad y municipio.
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