La falta de venta de resina, ha obligado a ejidatarios que se dedicaban a esta actividad a optar por actividades que no son licitas, como es la venta ilegal de madera
América Juárez Navarro
Morelia, Mich., En la peor crisis que se tenga memoria en los últimos años se ha colocado a 10 mil familias y 50 mil personas que viven de la producción de resina derivado de la pandemia, denunciaron integrantes del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, quienes expusieron que no solo están en riesgo estas familias que podrían pasar a formar parte de la pobreza extrema en Michoacán, sino de los bosques, pues se han constituido en guardianes de estos espacios.
En rueda de prensa Virtual sobre la situación de las familias recolectoras de resina, hicieron un llamado para que consideren las reasignación de los recursos por parte de las autoridades estatales y federales, pues la situación que priva con los resineros no solo pone en riesgo a las familias, sino a los bosques de los cuáles son guardianes.
Rosa Isela Soto de familia de resineros de la comunidad Mata de Pinos del Municipio de Hidalgo de la región Oriente, dio su testimonio donde dijo hay 120 familias en esta localidad que se dedican a esta actividad desde hace más de 50 años y se recolectan más de 200 toneladas de resinas por año, lo que generó una derrama económica de 4 millones de pesos sin derribar un solo árbol, esta producción se da en dos periodos de marzo a julio y de noviembre a febrero, la cual es vendida a coyotes o intermediarios.
Sin embargo, este año no fue igual; Gobiernos Estatales, Municipales y Federales, han olvidado a estos sectores aunque contribuyen a la conservación de los bosques, “al no tener no ingresos no vemos en la necesidad de buscar ingresos para mantener a las familias, y los delitos han aumentado, entre ellos los robos a las casas, y la tala ilegal en los ejidos para vender madera a precios muy bajos, los integrantes del Ejido están buscando la forma de subsistir y no es la más adecuada”.
Sobre el tema, Olga Leticia Enríquez de la Comunidad de Cherán y es parte de las 300 familias que se dedican a esta actividad y que tienen más de 2 mil árboles para protegerlos y son fuente de la resina en donde se producen 400 kilogramos al mes, cuyos recursos el 70% se destina a la alimentación.
Pero con el inicio de la pandemia la compra de resina empezó a disminuir y llego un punto donde ya no se compró, como parte de las soluciones se empezó a trabajar en búsqueda de alimentos en el traspatio de la casa, pero conforme pasa el tiempo se “nota que no vamos a sobreviví”, dijo, por lo que no quedó más que ir a otra localidad a trabajar, el municipio más cercano es Jacona a una empacadora de fresa.
“Se trasladan en camiones escolares e inicia desde las 12 de la noche a las seis de la mañana, y los riesgos más graves es contagiarse del Covid y contagiar a familiares cercanos y las mismas personas de la comunidad, las familias están perdiendo la calidad alimentaria y física, entonces de las familias han tenido un cambio radical, porque ya no asisten al bosque por trabajar fuera, la actividad no es la misma”, alertó.
Jaime Navia Antezana Director de GIRA, y Coordinador del Programa de Forestaría Comunitaria., alertó de los riesgos que se corre con el desempleo de los resineros, pues se trata sectores que se han vuelto en guardianes de los bosques, ya que los recolectores de resina son más de 10 mil familias, no todos son dueños de la tierra, son posesionarios que no tienen título y posesión, hay bastante discrepancia en la forma en que se está aplicando el Programa Sembrando Vida que solo otorga recursos a quienes tienen título de propiedad.
Los integrantes de estas agrupaciones coincidieron en señalar que la situación es compleja, pues no solo se trata de mantener vivos nuestros bosques, sino de evitar que se dé un cambio de uso de suelo, pues de las 200 mil hectáreas que actualmente se tienen de aguacate, al menos la mitad fueron en algún momento bosque templado, lo que da una idea de la importancia que tienen los resineros en el cuidado de estos espacios.