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García Luna fue visto acompañado de Beltrán Leyva y La Barbie

La DEA conocía de los contactos del exsecretario de seguridad con el Cártel de Sinaloa desde 2010

Metapolítica

Morelia, Michoacán.- La relación de Genaro García Luna con Arturo Beltrán Leyva y de Édgar Valdez “La Barbie”, así como que la Agencia Antinarcóticos (DEA) de Estados Unidos conocía las conexiones de este con el cártel de Sinaloa desde 2010, fueron las revelaciones que se realizaron este jueves en el juicio que enfrenta.

En el juicio, se presentó como testigo Miguel Madrigal, agente de la DEA, quien se reunió con Sergio Villarreal Barragán, alias “El Grande”, horas después de ser detenido en México en el año 2010.

En esta reunión Villarreal le habló de los “negocios de Genaro García Luna con el cártel cuando era policía estatal”.

Además, confirmó que vio un video en el que identificó una Jeep Cherokee, propiedad del entonces comandante de la Policía Federal, Édgar Vallardo. El vehículo se estacionó frente a la casa de Jesús “El Rey” Zambada.

Miguel Madrigal también recibió información de que, frente a la embajada de Estados Unidos, en el restaurante Champs Élysées, en Reforma, en la Ciudad de México, se realizaban reuniones de funcionarios con narcos para recibir sobornos.

Por otra parte, Francisco Cañedo Zavaleta, expolicía federal ministerial de México, fue el primer testigo en decir que vio personalmente a Genaro García Luna con capos de la droga.

Cañedo aseguró que el 19 de octubre de 2008, durante su descanso, transitaba por la carretera de Cuautla, Morelos, en dirección a Cuernavaca-Tepoztlán, cuando vio dos camionetas suburban que se le hicieron sospechosas.

Al reducir la velocidad para ver de qué se trataba se dio cuenta de que era García Luna, acompañado de Arturo Beltrán Leyva y de Édgar Valdez “La Barbie”.

Cañedo había escrito un documento para denunciar el evento ante el Congreso, pero tras una reunión con Layda Sansores escribió una carta, que firmó con el nombre de un compañero —Óscar Granados Salero—, la única persona a la que le contó lo que vio. Por recomendación de la legisladora, dieron la historia a la revista Proceso.

Además entregó una copia digital a un investigador identificado como Enrique Santos.

Sin embargo, tras hacer la denuncia, en la que incluyó su domicilio, su teléfono y otros datos personales, Cañedo fue consignado por seis delitos y estuvo detenido 80 días en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).

Luego lo trasladaron a Puente Grande, antes de finalmente liberarlo de los cargos. El 10 de noviembre, renunció a la policía.

Con información de Milenio




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