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El 2 de octubre moreliano, dos años antes que Tlatelolco


Raúl López Téllez
El 2 de octubre de 1966 fue asesinado en Morelia el estudiante Everardo Rodríguez Orbe, la parte trágica que alcanzó una movilización estudiantil en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en contra de aumentos a la tarifa del transporte, y que anticipó aquel 2 de octubre del 68 con la intervención del Ejército Mexicano en instalaciones universitarias y la detención de los dirigentes del movimiento.
El asesinato a mansalva del universitario en una concentración ante la Procuraduría de Justicia, a donde se habían movilizado manifestantes luego de un mitin en el que les despojaron de un equipo de sonido, generó protestas de apoyo e incluso en algunos municipios se paralizaron actividades al sumarse a la protesta estudiantil contra el aumento.
El 8 de octubre de 1966, el Ejército Mexicano entró a la Universidad Michoacana y tomó sus instalaciones, incluidos los albergues estudiantiles, detuvo a los líderes del movimiento y se les sometió a proceso penal que en varios casos derivaron en cárcel más allá de un año.
Al igual que la movilización estudiantil en la UNAM y en el Politécnico, los nicolaitas esgrimieron un pliego de seis puntos, que al igual que el del Consejo Nacional de Huelga de la UNAM, no fue cumplido en ninguno de éstos; hay que destacar que en el movimiento de la UM pedían la destitución del gobernador Agustín Arriaga Rivera. Ambos movimientos coincidieron en pedir la disolución del artículo 145 y 145 bis, relativo al delito de disolución social, argumento con el que el Estado mexicano reprimía y condenaba penalmente a los opositores, al igual que la libertad de los presos políticos.
Caro Ruiz señala que debe crearse una “Comisión de la Verdad” que investigue y ponga “la historia en su lugar” en el caso de los sucesos ocurridos en la Universidad Michoacana, con apenas 190 días de movilizaciones. Las peticiones planteadas a las autoridades ya como Comité de Huelga, fueron Desaparición de latifundios; municipalización del transporte público; derogación de los artículos 145 y 145 bis, relativos al delito de disolución social; libertad de presos políticos; declarar la desaparición de poderes en el estado y a la que agregaron el castigo a los responsables del asesinato de Everardo Rodríguez Orbe.

Imagen tomada de “Insurgencia Magisterial”


Joel Caro, abogado y en ese entonces dirigente de la Juventud Comunista, reconoce que el movimiento del 66 fue derrotado, al centrarse en la demanda de la disolución de poderes y no poder ampliar sus bases de apoyo, en un esquema parecido, sostiene, a lo ocurrido con la movilización del 68, el año olímpico en el que el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, con Luis Echeverría Álvarez como secretario de Gobernación, optó por la represión militar y autorizó la masacre estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, hoy hace 51 años.
Tras la irrupción del Ejército, que clausuró la Casa del Estudiante Nicolaita, se dio una serie de detenciones el 8 de octubre, cuando ingresó el Ejército a la Universidad alrededor de las 18:00 horas, y que varios calculan que fueron 800 aproximadamente, ya que varios brigadistas habían sido detenidos por el Ejército cuando hacían un mitin en San Francisco y otro en el barrio de Santo Niño dos días antes, el 6 de octubre, aunque fueron liberados en su mayoría.
No ocurrió así con los líderes, que fueron detenidos en varios momentos, algunos en la calle luego del desalojo del Colegio de San Nicolás o en la Casa del Estudiante Nicolaita. “Detienen a Efrén Capiz y a su esposa, a (Rafael Aguilar) Talamantes, a Luis Salinas, al maestro Ramón Martínez Ocaranza, un día antes habían ido a su casa y se lo llevan al cuartel”. Joel Caro narra que él fue detenido el día 9 a las 07:00 horas, cuando acudió al Sanatorio de la Luz, “que era el centro del cardenismo en Morelia, con la intención de hablar con Melchor Díaz Rubio, Mario Carrillo y otros jefes del cardenismo”, trasladado por elementos del Ejército a la XXI Zona Militar. En ninguna de las detenciones existieron órdenes de aprehensión formales.
Finalmente procesaron a 12 de los detenidos -cifra que señala Caro, hizo al poeta Ramón Martínez Ocaranza expresar que “nos falta nada más el Mesías”- y a dos mujeres. De éstos, cinco fueron acusados por delitos del fuero federal, dos de la UNAM y tres de la Universidad Michoacana, Efrén Capiz, Rafael Aguilar Talamantes y Caro Ruiz, además de los del fuero común. Los dirigentes fueron liberados paulatinamente, alcanzando la calle en su totalidad en el año 1967.

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