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#ES TIEMPO… // Al Capone y el INE

Por Martín Equihua

Con el singular estilo irónico que lo caracteriza, el presidente López Obrador se refirió al Instituto Nacional Electoral (INE) como “los intocables”. Su iniciativa de reforma constitucional no logró los votos necesarios, y la oposición lo celebró en grande, restregando su lema de batalla, “el INE no se toca”, pero llegó el Plan B, que lo tocará todo, si termina de pasar en la cámara revisora.

La ironía presidencial, pero sobre todo la reforma a leyes secundarias, le recordó al padrino Lorenzo Córdoba Corleone, presidente del INE y obsesionado militante contra la reforma, que no son intocables y que, en la vieja historia, convertida después en perla del cine negro, no fue Al Capone y su red de corrupción y tráfico quienes terminaron ostentando intocabilidad, sino los agentes incorruptibles, encabezados por Eliot Ness, el policía honesto que pudo doblar a la mafia y su poder corruptor que sedujo a policías, políticos, jueces… como sólo se explica, dicho sea de paso, antes y ahora, cualquier prosperidad criminal.

Y es que el sabor de la ironía –que no se la da a todos–, no está en su aparente doble sentido, sino en lo que realmente el presidente quiso significar: la batalla política vertebral en México es entre dos bloques, el de los “intocables” y sus padrinos, y el del grupo reformador que él encabeza. Y en esto tampoco hay novedad. Es una batalla de décadas, en las que el movimiento transformador obradorista fue la principal víctima de la opacidad mafiosa de la institución electoral. Así se lo recordó Pablo Gómez con su trayectoria de lucha a cuestas, a don Lorenzo Córdova Corleone, en reciente debate en recinto universitario.

Pero el debate de la reforma electoral continua hoy en comisiones del Senado, y muy probablemente mañana pase al pleno del órgano legislativo, al menos que otro gánster, como Ricardo Monreal, haya tramado un desenlace distinto con sus brothers de la tenebrosa familia opositora, como un tal Alito Moreno y otros furibundos anti-reformistas. Tal vez un martes, con rugidos de jaguar, nos enteremos de sombras pactando bajo la lluvia y a media luz, ataviadas en gabardinas gansteriles y sombreros de ala ancha empapados.

Los Intocables y el Plan B

Si la reforma constitucional no pasó fue porque no obtuvo los votos necesarios; y si el Plan B, que reforma seis leyes secundarias, pasó en Cámara de Diputados, fue porque sí obtuvo tales votos, y ambas acciones están enmarcadas en las normas vigentes.

La jugada está ahora en Cámara de Senadores, donde entran en juego otros intereses, incluido el futuro inmediato del ya citado Ricardo Monreal, especialista en cocinarse a fuego lento para terminar vendiéndose caro en el mercadeo de posiciones. (Mercadeo que, por lo demás, tampoco debe espantar, pues ocurre en todas partes del mundo y en toda comunidad humana que se ha dado figuras de representación, desde Ciudad del Vaticano hasta los monjes budistas tibetanos, pasando por talibanes y partidos políticos mexicanos).

De no atorarse en el Senado y salvando incluso una eventual resolución de la Suprema Corte, a donde podría llegar la reforma acusada de inconstitucionalidad, es necesario recordar que con ella se obtendría un ahorro del orden de cinco mil 100 millones de pesos anuales, al compactar estructuras del INE y organismos locales; como por la obligación de que se acate la disposición constitucional de que las percepciones salariales de los consejeros y magistrados electorales, como del resto de funcionarios, estén por debajo de la que corresponde al presidente.

Dicho de otra forma, para quienes se sentían intocables, la verdad es que no se han dado cuenta que los arrasó el vendaval, no sólo con el Plan B, sino desde la pasada elección presidencial; y hoy, su obsesión opositora sin propuesta y sus endebles amagos de aliarse como buenas familias a la siciliana, les sigue nublando el horizonte para 2024.

Mientras tanto, vale la pena encender la pantalla y desear que sea ahí donde queden recluidos para siempre, el Estado corrupto y la sociedad violenta y cínica de donde los hampones sacan su poder; y desear que las escenas mafiosas sólo puedan recrearse en magistrales cintas como El Halcón Maltés o la insuperable trilogía de El Padrino, pasando, por supuesto, por Los Intocables.

P.D. El potente mito guadalupano se renueva, cada año, con la fe que millones de mexicanos depositan en la imagen que por siglos han hecho creer que apareció en el cerro del Tepeyac, apenas años después de iniciada la invasión europea. Fue, es y seguirá siendo, una joya de la colonización espiritual y de la extinción de otras formas de entender el mundo. Como quiera, el respetable fervor religioso hacia la también llamada Emperatriz de América, es conmovedor. Y sin duda, la vuelta de sus peregrinaciones supera con creces, juntas, a las marchas políticas de noviembre.

Las opiniones emitidas por los colaboradores de Metapolítica son responsabilidad de quien las escribe y no representan una posición editorial de este medio.

Martín Equihua. Periodista, sociólogo, maestro en políticas públicas, exdiputado federal.




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